1. Mantener una planificación realista
Planificar es fijar el rumbo, y aunque haya razones para pensar que el negocio será un éxito, la prudencia es la norma a seguir. Fijar metas pocos realistas puede conducir a tomar malas decisiones: como por ejemplo, una gran compra anticipada de inventario y que la previsión en las ventas no se materialice; el efecto inmediato es un desajuste en el flujo de dinero, poniendo el riesgo el pago a empleados y proveedores.
2. Gestionar el presupuesto
El presupuesto es una herramienta que sirve para planificar, coordinar y controlar los ingresos y gastos de un negocio. Su gestión implica hacer seguimiento a su ejecución en el tiempo e informar para la toma de decisiones.
El responsable de la gestión empresarial debe evaluar las causas de las desviaciones presupuestarias; por lo general se refieren a retrasos en la ejecución de las actividades y previsiones insuficientes.
3. No descuidar el Marketíng y las ventas
El marketing es una actividad que debe ser permanente. Los responsables de la gestión empresarial, suelen en ocasiones de bonanza, concentrar todos sus esfuerzos en producción; el problema aparece cuando la economía marcha mal, si no se ha hecho el trabajo de marketing se puede perder mercado.
4. Comprender las finanzas
Uno de los objetivos de todo negocio es crecer. Pero para hacer nuevas inversiones, adquirir inventario comprar equipos se requiere dinero. Por lo general, se debe acudir al financiamiento; pero si los responsables de la gestión empresarial no tienen conocimiento sobre los indicadores financieros ¿Cómo podrán tomar la mejor decisión?
Para una buena gestión empresarial se requiere conocer las herramientas financieras para optimizar el uso del dinero.
5. Aprender a delegar
Saber optimizar el tiempo es clave para la gestión empresarial. Cuando no se confía en los subordinados la consecuencia inmediata es la sobrecarga de trabajo; el gerente no le dedicará el tiempo suficiente a las otras áreas estratégicas ni a la planificación futura.
Cuando se sabe delegar, se beneficia al empleado y al negocio; el responsable de la gestión empresarial puede producir más y con mejor calidad.
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